Una vez conocí a un enfermo mental (por aquello entonces leve) que era feliz con muy poquito. Eso si, tenía en su poder una preciada posesión, estaba tan orgulloso de tener algo así que siempre fardaba entre sus amigos, algo que tenía un monton de años y que apenas si tenía rasguños ni arañazos.
Sin embargo, un mal día de invierno entre la lluvia y esas cosas alguien le rompió esa pieza única a la que tanto aprecio tenía, alguien que el pobre loco no esperaba. Sin embargo fue a un buen técnico y se lo arregló. El arreglo duró poco, porque otra vez la misma persona se lo rompió, ¡que mala suerte! Como el anterior técnico tenía demasiado trabajo y no estaba disponible decidió recurrir a otro, este también se lo arregló, pero duro menos incluso que el anterior apaño.
De esta manera el demente chiflado tenía claro que tal vez la persona que le había roto su preciosa joya debía apechugar y arreglarsela. Así fue, posiblemente el arreglo que mas duró y cuando la pieza unica más lució, pero al final esta persona tan torpe se la volvió a romper, de esta forma el chalado majareta decidió que la única forma de que no se volviese a romper su amado tesoro era alejarse de la persona torpe.
Desde entonces deambula de un lado hacia otro, de esquina en esquina sin pararse a pensar, como David el Gnomo entre las flores y las setas, con su tesoro bien oculto, por si las mariposas intentar arrebatarselo, llamando a los huracanes cuando tiene que quitarselas de encima aunque ni siquiera le apetezca quitarselas (porque a los locos les gustan las mariposas), y es que ahora el odio es su bandera, pero los huracanes se agotan, no queda tanto aire y puede que el viento deje de soplar y entonces no pueda sujetarse por si mismo y se le vuelva a romper su tesoro, de todas formas, ya nunca volverá a ser igual...
me gusta!!! sobre todo el final, muy bueno. Xuuuuuuuuuuuulo
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